La promesa pendiente de la IA: ¿dónde están los nuevos medicamentos?

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19 julio, 2025
| Tecnología
Aunque startups y gigantes farmacéuticos apuestan por la inteligencia artificial para acelerar el desarrollo de fármacos, aún no hay medicamentos en el mercado creados con esta tecnología.

¿Dónde están los medicamentos prometidos por la inteligencia artificial?

La inteligencia artificial (IA) está transformando muchas industrias, y una de las más ambiciosas es la farmacéutica. Durante años se ha hablado del potencial de la IA para revolucionar el descubrimiento de nuevos medicamentos, pero la realidad es que, en pleno 2025, aún no hay un solo fármaco diseñado completamente por IA que esté en el mercado. Entonces, ¿qué ha pasado? ¿Por qué esta promesa aún no se ha cumplido?

Un proceso lento, costoso y lleno de fracasos

En la industria farmacéutica, más del 90% de los medicamentos candidatos fracasan antes de llegar al mercado. El desarrollo de un nuevo medicamento puede tomar más de una década y costar miles de millones de dólares. El proceso es largo, incierto y muchas veces frustrante, incluso para los científicos más comprometidos.

Uno de ellos es Peter Ray, químico medicinal en la empresa biotecnológica Recursion. Su motivación nace de una tragedia personal: la pérdida de su madre a causa del cáncer cuando él era apenas un adolescente. Esa experiencia marcó su vida y lo llevó a prometer que algún día contribuiría a encontrar una cura. Ahora, décadas después, trabaja para cumplir esa promesa, utilizando IA como una nueva herramienta de diseño de fármacos.

¿Qué hace diferente a un medicamento desarrollado con IA?

La IA puede ayudar a predecir qué moléculas son más prometedoras, qué combinaciones tienen mayor probabilidad de éxito y, crucialmente, cuáles son menos propensas a fallar en fases avanzadas. En lugar de diseñar y probar miles de compuestos, ahora se pueden generar y filtrar con ayuda de algoritmos en cuestión de días, y reducir esa lista a solo unas decenas.

Un ejemplo de ello es el fármaco REC-3565, un inhibidor de MALT1 para tratar ciertos tipos de cáncer de sangre. Ray y su equipo están convencidos de que este medicamento no habría sido posible sin IA. La herramienta ayudó a detectar posibles efectos tóxicos y a rediseñar la molécula para hacerla más segura, algo que los humanos por sí solos no habrían imaginado.

Las startups que lideran el camino hacia una nueva era médica

Empresas como Recursion, Insilico Medicine y Xaira Therapeutics están apostando todo a esta tecnología. Sus enfoques varían, pero comparten un mismo objetivo: acelerar y abaratar el proceso de descubrimiento de fármacos gracias a la inteligencia artificial y la automatización.

¿Ya hay resultados concretos?

Algunos medicamentos generados con IA ya han avanzado a ensayos clínicos de fase I y fase II. Por ejemplo, REC-994 (para malformación cavernosa cerebral) y ISM001-055 (para fibrosis pulmonar idiopática) han demostrado ser seguros en humanos. También se están desarrollando medicamentos para el cáncer de ovario, el cáncer de pulmón y enfermedades digestivas.

Lo más relevante es que, gracias a la IA, algunas de estas moléculas fueron seleccionadas tras evaluar solo 136 compuestos, en lugar de los miles habituales. Esta eficiencia representa un cambio drástico en los recursos necesarios para avanzar de la idea al laboratorio.

El reto sigue siendo enorme: ¿puede la IA mejorar la tasa de éxito?

Aunque las primeras señales son prometedoras, la verdadera prueba será si estos medicamentos llegan al mercado y ofrecen beneficios reales a los pacientes. Las fases finales de los ensayos clínicos siguen siendo las más caras, lentas y complicadas. Encontrar a los pacientes adecuados, contactar a médicos, monitorear los efectos secundarios y validar la eficacia son procesos que siguen dependiendo de variables humanas impredecibles.

Según Carol Satler, vicepresidenta de desarrollo clínico en Insilico, el riesgo sigue siendo enorme: “Cada ensayo representa una apuesta millonaria y años de trabajo. La IA puede ayudar, pero no elimina la incertidumbre”.

Fallos más rápidos, decisiones más inteligentes

Una de las grandes ventajas de la IA es su capacidad para fallar más rápido. Detectar antes qué compuestos no funcionarán evita que se pierdan años y millones de dólares en callejones sin salida. Esta capacidad de descarte temprano podría reducir significativamente el costo global del desarrollo de medicamentos.

Un futuro inevitable para la inteligencia artificial en medicina

En algún momento, la IA será parte estándar del proceso de desarrollo farmacéutico. Lo mismo piensa el químico medicinal Derek Lowe, que se describe como pesimista a corto plazo y optimista a largo plazo. Según él, las olas de entusiasmo en la industria farmacéutica tienden a desaparecer tras los primeros fracasos, pero muchas tecnologías sobreviven y se integran silenciosamente a la rutina.

Más allá de las enfermedades: medicamentos que combaten el envejecimiento

Algunas compañías también están explorando el uso de IA para desarrollar tratamientos que retrasen el envejecimiento. Alex Zhavoronkov, CEO de Insilico, está convencido de que estas herramientas pueden abrir nuevas posibilidades en medicina preventiva y longevidad, además de tratar enfermedades ya existentes.

Zhavoronkov incluso ha donado su piel para generar células madre pluripotentes y cree que compartir datos genéticos y personales será clave para recibir tratamientos personalizados en el futuro.

El cambio ya comenzó, pero aún falta el golpe en la mesa

Si bien los medicamentos generados con IA aún no han llegado al mercado, el camino ya está en marcha. Con decenas de fármacos en distintas fases clínicas, la industria está a punto de saber si esta nueva forma de investigar puede realmente marcar la diferencia.

La historia de Peter Ray, la paciente anónima que sigue viva tras seis meses de tratamiento, y las máquinas en laboratorios automatizados que trabajan sin descanso, nos muestran que la revolución está en proceso. Pero como en todo en medicina, la última palabra la tendrán los datos y los pacientes.

Mientras tanto, el reloj sigue corriendo, tanto para quienes desarrollan los medicamentos como para quienes los esperan con urgencia.

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