El pasado miércoles se dio a conocer una nueva y lamentable situación en el Hospital de la Niñez Poblana. Una vez más, este hospital da de qué hablar, pues ocurrió un derrame de aproximadamente 60 litros de formol, un compuesto químico que se presenta como un gas incoloro, con un olor fuerte y penetrante.
Todo apunta a una posible negligencia dentro del complejo, ya que dicha sustancia cayó desde un piso que había sido adaptado como almacén, el cual no cuenta con las condiciones necesarias para almacenar este componente irritante y tóxico, cuyo uso está regulado debido a sus efectos en la salud, especialmente en ojos y vías respiratorias.
La clínica de rehabilitación infantil fue el área más afectada, y se reporta que al menos 10 trabajadores presentaron afectaciones en su salud. A estos empleados se les habría solicitado “discreción para que no se haga grande el hecho”, lo cual genera una profunda preocupación ante una situación grave.
Como suele ocurrir, tras el incidente llegó el comunicado del Gobierno del Estado, en el que se intentó minimizar la situación, subrayando que se actuó de forma inmediata para evacuar preventivamente al personal, pacientes y familiares en las áreas afectadas.
En dicho comunicado, se señala que se llevaron a cabo medidas para neutralizar el producto, incluyendo limpieza, ventilación y retiro de los plafones dañados.
Finalmente, se informó que el área involucrada permanece cerrada mientras se determinan las condiciones para su reapertura, y que se otorgaron tres días de incapacidad al personal presente durante este incidente.
Lamentablemente, cada semana surgen nuevas denuncias sobre lo que ocurre en este complejo. El Hospital de la Niñez Poblana parece estar completamente olvidado, especialmente en su estructura directiva. Su director, cuyo único mérito para ocupar el cargo es ser primo del exgobernador Sergio Salomón, recibió lo que muchos consideran el premio más importante de su vida, tras no lograr convertirse en servidor público de Tepeaca.
