El envejecimiento de la población es un fenómeno global que ya está transformando las sociedades a nivel social, económico y cultural. A medida que la esperanza de vida aumenta, surge la pregunta crucial: ¿vivir más años significa vivir mejor? En este contexto, el bienestar humano y la calidad de vida se convierten en aspectos fundamentales a considerar en el envejecimiento. La sociedad debe adaptarse para garantizar que los mayores de edad no solo vivan más tiempo, sino que vivan con salud, actividad y propósito.
La longevidad y el cambio demográfico mundial
El aumento de la esperanza de vida es una tendencia que se consolidará en las próximas décadas. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el porcentaje de personas mayores de 60 años a nivel mundial casi se duplicará entre 2015 y 2050, pasando del 12% al 22%. En 2020, las personas mayores superaron a los niños menores de 5 años en cuanto a la población mundial. España, por ejemplo, se perfiló como uno de los países más longevos del planeta, alcanzando en 2040 una esperanza de vida promedio de 85 años, lo que igualará a Japón.
Este fenómeno presenta retos, especialmente en países de ingresos bajos y medianos, donde el envejecimiento de la población está ocurriendo a un ritmo mucho más rápido. Las implicaciones de esta transformación requieren una adaptación en políticas públicas, atención sanitaria y apoyo social.
Ciencia y avances en el envejecimiento saludable
A medida que la longevidad se convierte en un hecho cada vez más común, los avances científicos en el campo de la biotecnología y la medicina están explorando nuevas formas de mantener una salud favorable a lo largo de la vida. Investigaciones como las dirigidas por la doctora María Blasco, directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), han mostrado avances importantes en la lucha contra el envejecimiento celular, como el alargamiento de los telómeros y la reprogramación celular, que podrían ser la clave para extender la vida sin perder calidad.
Además, se estudian los efectos de factores como la genética, el estrés, la nutrición y el ejercicio en la salud y el bienestar a largo plazo. El uso de la inteligencia artificial (IA) y el big data están revolucionando la medicina personalizada, permitiendo diagnósticos más precisos y tratamientos más efectivos para enfermedades relacionadas con la edad, como el cáncer y las enfermedades neurodegenerativas.
El impacto de los hábitos y el entorno en el envejecimiento
Aunque la ciencia avanza, también se reconoce que el estilo de vida juega un papel fundamental. La bióloga Tamara Pazos subraya que el deterioro celular y las enfermedades asociadas al envejecimiento no dependen solo de la genética, sino también del entorno y de hábitos como la alimentación, el sedentarismo, la falta de sueño y el estrés. La práctica regular de ejercicio físico y de técnicas de mindfulness puede mejorar la salud mental y emocional, reduciendo el estrés y mejorando la memoria y la concentración.
La importancia de la salud mental y emocional en la longevidad
Un factor clave para disfrutar de una vida larga y saludable es mantener el bienestar emocional. Los estudios han demostrado que el ejercicio físico y la meditación son dos de las prácticas más efectivas para reducir el estrés y mejorar la calidad de vida. Además, mantener una alimentación saludable también es crucial. El plato de Harvard, que recomienda una dieta rica en granos integrales, proteínas saludables y vegetales, es uno de los enfoques más recomendados para garantizar una nutrición adecuada.
El doctor Valter Longo, biólogo especializado en biogerontología, propone pautas alimentarias que incluyen una dieta pescetariana y la práctica de ayunos intermitentes, lo que ayudaría a reducir la edad biológica y a mejorar enfermedades relacionadas con la edad, como la diabetes y la hipertensión.
El envejecimiento activo y los derechos de los mayores
Además de la salud física, el envejecimiento activo se ha convertido en un concepto clave en la lucha por mejorar la calidad de vida de los mayores. Se trata de fomentar un envejecimiento saludable que permita a las personas mayores seguir participando activamente en la sociedad, con sentido de propósito y autonomía. Esto incluye la necesidad de promover la jubilación activa, donde las personas mayores puedan seguir trabajando a tiempo parcial sin perder sus derechos pensionarios.
En este sentido, expertos como Ascensión Liceñena Ibarra, profesora de Derecho Civil, destacan que el envejecimiento activo requiere un cambio en la percepción social del cuidado de los mayores. Los cuidados de larga duración deben ser considerados un desafío colectivo, que involucra a las instituciones públicas, la sociedad civil y las propias personas mayores, que deben ser empoderadas para tomar decisiones sobre sus cuidados y bienestar.
La sostenibilidad del sistema de pensiones en la era del envejecimiento
En países como España, el envejecimiento de la población supone un reto económico importante. Según el experto en economía financiera Enrique Devesa, el envejecimiento aumentará la tasa de dependencia demográfica y el gasto en pensiones. Se espera que el número de pensiones pase de 10 millones a 15 millones a mediados de siglo. Esto incrementará el déficit del sistema de pensiones, lo que pone en peligro la sostenibilidad del Estado de bienestar.
Uno de los principales retos será cómo financiar este sistema, ya que el déficit contributivo podría alcanzar hasta el 5% del PIB para 2050. La inmigración y el fomento de la jubilación activa podrían ser soluciones clave para cubrir el déficit de cotizaciones, permitiendo a las personas mayores seguir trabajando y contribuyendo al sistema.
¿Cómo garantizar un sistema de pensiones sostenible?
El sistema de pensiones actual necesitará una reforma profunda. Las políticas públicas deberán adaptarse para asegurar que haya suficientes recursos para mantener el sistema de pensiones sin descuidar otras áreas esenciales como la educación, sanidad y dependencia. Será necesario un enfoque multidisciplinario para abordar la cuestión, que incluya reformas laborales, cambios en las políticas fiscales y una mayor participación de la sociedad en el cuidado de los mayores.
El papel de las políticas públicas frente al envejecimiento
Las políticas públicas deben ser parte integral de la respuesta al envejecimiento de la población. Alana Officer, responsable de la Unidad de Cambio Demográfico en Envejecimiento Saludable de la OMS, resalta la necesidad de políticas que luchen contra el edadismo y que garanticen a los mayores el acceso a servicios de salud, cuidados a largo plazo y protección de sus derechos. El progreso social y las políticas inclusivas son clave para evitar la exclusión social de las personas mayores y garantizar su participación activa en la sociedad.
Un futuro compartido y saludable para todos
El envejecimiento de la población es un desafío, pero también una oportunidad para construir sociedades más inclusivas y solidarias. A medida que la esperanza de vida sigue aumentando, será crucial que los avances científicos y tecnológicos se combinen con políticas públicas responsables y un cambio cultural hacia un envejecimiento activo, saludable y con propósito.
El futuro del envejecimiento debe centrarse no solo en añadir más años a la vida, sino en asegurar que esos años se vivan con calidad, salud, bienestar emocional y plenitud de derechos. Es responsabilidad de todos garantizar que nuestras sociedades estén preparadas para acoger a las generaciones mayores, brindándoles las herramientas necesarias para vivir mejor.