Una condición que sigue siendo invisible, pero que impacta la salud sexual y reproductiva
El vaginismo es una condición que muchas mujeres padecen en silencio. Se trata de una contracción involuntaria de los músculos que rodean la vagina, lo cual puede dificultar o incluso impedir por completo la penetración vaginal. Esta reacción del cuerpo afecta no sólo las relaciones sexuales, sino también el uso de tampones o la posibilidad de realizarse exámenes ginecológicos rutinarios sin dolor.
Se estima que entre el 5 y el 17% de las mujeres podrían presentar este problema en algún momento de su vida, aunque muchas veces ni siquiera saben que tiene nombre. ¿La razón? Sigue siendo un tema tabú, poco hablado y menos diagnosticado, lo que deja a miles de mujeres sin respuestas ni tratamiento adecuado.
No se trata de tener una vagina “estrecha”, sino de una respuesta involuntaria ligada a lo emocional
Una de las creencias más comunes —y equivocadas— sobre el vaginismo es pensar que se trata de una cuestión anatómica. Pero como lo señala una ginecóloga especialista, las mujeres con vaginismo tienen exactamente la misma estructura vaginal que aquellas que no presentan la disfunción.
Entonces, ¿de dónde viene?
El origen del vaginismo suele estar en factores psicológicos, emocionales o incluso relacionales. Puede haber miedo, traumas pasados, ansiedad, presión cultural o experiencias dolorosas detrás. Por eso, el tratamiento no debe centrarse únicamente en lo físico, sino que debe ser integral y multidisciplinario.
La terapia emocional, los ejercicios físicos y la educación sexual juegan un papel clave
Afortunadamente, hoy en día existen diferentes caminos para abordar el vaginismo. Entre los más recomendados se encuentran:
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Terapia psicológica o sexológica, para identificar miedos, traumas o pensamientos que provocan la respuesta corporal.
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Técnicas de relajación progresiva, que ayudan a disminuir la ansiedad frente al contacto genital.
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Ejercicios de desensibilización gradual, como el uso controlado y progresivo de dilatadores vaginales.
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Fisioterapia del suelo pélvico, que fortalece y reeduca los músculos implicados.
Este tratamiento conjunto ayuda a muchas mujeres a recuperar el control de su cuerpo y su vida sexual, y con ello también su autoestima.
Cuando ser mamá se vuelve un reto: la reproducción asistida como alternativa
El vaginismo no afecta la fertilidad, pero sí puede impedir una concepción natural
Aunque el vaginismo no altera directamente la capacidad reproductiva —ya que los órganos sexuales funcionan normalmente—, sí puede convertirse en un obstáculo para lograr un embarazo de forma natural. La imposibilidad de mantener relaciones sexuales con penetración genera frustración, angustia y tristeza en quienes desean formar una familia.
Frente a esto, la medicina reproductiva moderna ofrece alternativas reales y esperanzadoras. Las técnicas de reproducción asistida, como la inseminación artificial o la fertilización in vitro (FIV), pueden ser el camino ideal para que mujeres con vaginismo logren su sueño de ser madres.
Hablar del vaginismo es el primer paso para sanar
Romper el silencio en torno al vaginismo es fundamental. No es algo que “deba aguantarse” ni “va a pasar solo”. Es una condición tratable, y cada vez hay más especialistas que entienden su complejidad y pueden ayudar con un enfoque respetuoso, profesional y libre de prejuicios.