La lucha contra el VIH ha registrado progresos significativos en las últimas décadas. Aunque aún no contamos con una cura o vacuna definitiva, la nueva inyección de acción prolongada que puede proteger contra el virus por hasta seis meses con una sola dosis, podría marcar un antes y un después en la prevención del VIH. Sin embargo, a pesar de estos avances, la política global y las restricciones a los derechos humanos amenazan con deshacer los logros alcanzados y poner en riesgo a millones de personas.
Peligro para el Plan de Emergencia del Presidente para el Alivio del SIDA (PEPFAR)
En Estados Unidos, uno de los programas más exitosos en la lucha contra el VIH, el PEPFAR, podría estar en peligro. Este plan ha sido responsable de salvar la vida de aproximadamente 25 millones de personas en las últimas dos décadas, especialmente en países de bajos y medianos ingresos, donde el VIH ha tenido un impacto devastador. Sin embargo, su posible desmantelamiento podría dejar a millones sin acceso a los medicamentos necesarios para tratar y prevenir el VIH.
El aumento del populismo y las políticas regresivas podrían socavar aún más los esfuerzos en salud pública. Por ejemplo, figuras como Robert F. Kennedy Jr., quien se ha mostrado escéptico sobre la relación entre el VIH y el SIDA, podrían influir negativamente en las políticas de salud pública de los Estados Unidos. Esta falta de apoyo institucional para la ciencia basada en evidencia representa una amenaza grave.
Restricciones a los derechos humanos: un obstáculo para el acceso al tratamiento
El impacto de las leyes punitivas y las restricciones a los derechos humanos en la respuesta al VIH sigue siendo una de las principales barreras en muchas regiones del mundo. Uganda, por ejemplo, aprobó en 2024 una de las leyes anti-LGBTQ+ más severas del planeta, lo que podría empeorar las tasas de transmisión del VIH. Además, más de 60 países siguen criminalizando las relaciones entre personas del mismo sexo, especialmente en África Subsahariana, donde la carga del VIH es más alta.
Las leyes anti-LGBTQ+ y las políticas discriminatorias son responsables de tasas más altas de VIH en las comunidades marginadas. En países como Rusia, las políticas punitivas sobre el consumo de drogas y la persecución de la comunidad LGBTQ+ están impulsando la epidemia de VIH de más rápido crecimiento en el mundo.
La importancia de defender los derechos humanos como estrategia de salud pública
Proteger los derechos humanos no solo es una cuestión ideológica, sino una estrategia comprobada de salud pública. Las políticas discriminatorias dificultan el acceso a servicios de salud esenciales para quienes más lo necesitan. Reformas legales urgentes son necesarias para proteger a las poblaciones clave, como las personas LGBTQ+, los trabajadores migrantes, las trabajadoras sexuales, las personas que consumen drogas y los encarcelados.
Un aspecto fundamental en la respuesta al VIH ha sido la sociedad civil. Las organizaciones que trabajan en la primera línea han jugado un papel esencial en la prevención, tratamiento y sensibilización sobre el VIH. Empoderar a estas organizaciones, especialmente las de personas que viven con VIH, ha sido y sigue siendo crucial para combatir esta pandemia.
La reducción de los espacios para la sociedad civil: un desafío para la lucha contra el VIH
En más de 50 países, existen leyes que limitan la financiación extranjera para las iniciativas de VIH. Este fenómeno ha reducido los espacios para la sociedad civil, lo que afecta directamente la eficacia de los programas de salud pública. Las organizaciones que luchan contra el VIH, a menudo compuestas por personas de las comunidades más afectadas, dependen de estos fondos para llevar a cabo sus labores.
La protección de los espacios para la sociedad civil es esencial para que las comunidades afectadas puedan organizarse, reunirse y avanzar en su lucha por el acceso a la salud y los derechos humanos. La falta de independencia de las organizaciones no solo pone en riesgo la respuesta al VIH, sino que también compromete otros movimientos sociales transformadores, como los de los derechos de las mujeres y los derechos civiles.
La geopolítica y su impacto en la salud global
El poder geopolítico y económico está moldeando cada vez más la política de salud internacional, con un enfoque menos equitativo y menos inclusivo. La reciente frustración en torno a las negociaciones para un tratado pandémico en la OMS resalta las dificultades para alcanzar un consenso global en salud pública. En este contexto, la cooperación internacional en la lucha contra el VIH se ve comprometida, especialmente cuando la financiación para programas como el Fondo Mundial para la Lucha contra el SIDA y PEPFAR disminuye.
El regreso de políticas como la Política de Mordaza Global, que prohíbe que las organizaciones internacionales reciban financiación de EE. UU. si ofrecen servicios de aborto o información sobre anticoncepción, es otro ejemplo de cómo los intereses políticos pueden socavar los esfuerzos de salud pública. Entre 2017 y 2021, esta política contribuyó a más de 360,000 nuevas infecciones por VIH. La reintroducción de esta política sería devastadora para la lucha contra el VIH.
La necesidad urgente de fortalecer la cooperación internacional
Según datos de ONUSIDA, la financiación para la lucha contra el VIH en 2024 ha caído por debajo del 50% de lo que era en 2015. Esta caída en los recursos disponibles pone en riesgo la cooperación internacional en salud y compromete la eficacia de programas esenciales en la respuesta global al VIH.
La lucha contra el VIH ha demostrado que el progreso ocurre cuando la ciencia, la política y la sociedad civil se unen. Es vital seguir impulsando un enfoque inclusivo y colaborativo para garantizar que los avances en la lucha contra el VIH no se vean revertidos.
El camino hacia un futuro libre de VIH: resistir los retrocesos y defender la ciencia
El VIH es una de las pandemias más devastadoras que ha enfrentado la humanidad, pero también ha sido el motor de avances científicos y sociales notables. Resistir los movimientos antiderechos humanos y defender la ciencia como pilar del progreso es la única forma de garantizar que los logros alcanzados hasta ahora no se pierdan. La alternativa sería un retroceso en el que las futuras generaciones sufrirían las consecuencias de políticas regresivas y la falta de acción en salud pública.
Es hora de que el mundo se una para defender los derechos humanos, fortalecer la cooperación internacional y garantizar que la respuesta al VIH siga siendo un esfuerzo inclusivo, basado en evidencia científica y en la solidaridad global.