Dentro del biohacking: la conferencia que desafía la medicina oficial

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28 junio, 2025
| Tecnología
Salud FM
Foto: Will Bahr
La Conferencia de Biohacking 2025 reunió a seguidores del MAHA con terapias como veneno de serpiente y orina, en rechazo a la medicina tradicional

La controversial Conferencia de Biohacking 2025: orina, veneno de serpiente y la cruzada contra la medicina tradicional

Durante tres días intensos en Austin, Texas, se llevó a cabo la Conferencia de Biohacking 2025, organizada por el autoproclamado padre del biohacking, Dave Asprey. Este evento reunió a tecnólogos, influencers del bienestar, psiconautas y promotores de medicina alternativa, todos impulsados por el deseo de vivir más allá de los 180 años sin depender del sistema médico occidental tradicional.

Qué es el biohacking y por qué está ganando popularidad entre sectores conservadores y libertarios

El biohacking es un movimiento que mezcla tecnología, espiritualidad y desconfianza hacia la medicina convencional. Asprey lo define como una forma de controlar biológicamente el propio cuerpo y mente, apoyándose en tratamientos como suplementos, dietas extremas, terapias de luz, cámaras criogénicas, y hasta inyecciones de orina.

Este enfoque ha cobrado fuerza recientemente gracias al auge del movimiento Make America Healthy Again (MAHA), impulsado por Robert F. Kennedy Jr., quien promueve la medicina alternativa y cuestiona las vacunas. A pesar de que MAHA tiene claras conexiones políticas, muchos de sus seguidores aseguran que su lucha por la salud es apolítica y motivada únicamente por la libertad de elección.

Los tratamientos poco ortodoxos que se presentaron en la conferencia

Entre los métodos presentados se encontraban:

  • Inyecciones intravenosas de líquidos verdes de apariencia radiactiva
  • Terapias con veneno de serpiente como microdosis curativas
  • Baños en luz de ondas gamma y cámaras hiperbáricas
  • Suplementación extrema con productos sin aprobación de la FDA
  • El uso de orina filtrada como tratamiento de alergias

Uno de los ponentes, conocido como Sincere Seven, promovió la microdosificación de veneno de víbora y cobra como una forma de activar el sistema inmunológico. Afirmó que estas sustancias “curan antes de matar” y sugirió su potencial uso para tratar condiciones como el autismo, aunque sin respaldo científico.

El culto a la longevidad y la autonomía corporal como estandarte

Asprey y otros como el empresario Bryan Johnson (creador del Protocolo Blueprint) buscan no solo ralentizar el envejecimiento, sino alcanzar la inmortalidad. Johnson incluso se ha infundido la sangre de su hijo en busca de rejuvenecimiento celular.

Mientras tanto, asistentes como Joni Winston, que se identifica con una edad “espiritual” decreciente, buscan trascender el plano físico a través de la evolución personal. Para ella, verse bien físicamente también es parte de su preparación para alcanzar una dimensión superior.

La desconfianza hacia la medicina tradicional y la exaltación del autodiagnóstico

Uno de los discursos más repetidos en la conferencia fue el rechazo a las grandes farmacéuticas y a la burocracia médica. Asprey sostiene que “el sol puede reemplazar a los medicamentos” y que la compra de tratamientos sin receta en el extranjero representa una forma de soberanía personal.

Esta postura ha sido reforzada por decisiones recientes del gobierno estadounidense, como el nombramiento de RFK Jr. como secretario de Salud. Suprimió organismos como el comité asesor de vacunas de los CDC, lo cual ha sido motivo de preocupación entre científicos, pero celebrado por los biohackers como un triunfo de la autodeterminación.

Entre la ciencia y el misticismo: una comunidad dividida entre la evidencia y la fe personal

Aunque los asistentes reclaman más evidencia científica para tratamientos médicos, rechazan los datos que respaldan vacunas o medicamentos convencionales. Para muchos, la ciencia solo es válida cuando respalda sus propias creencias, lo que lleva a una contradicción evidente: exigen ensayos clínicos, pero desconfían de los ensayos clínicos existentes.

La conferencia, llena de carpas de vendedores que ofrecen productos sin regulación, pone a prueba la capacidad del consumidor para distinguir entre innovaciones prometedoras y pseudociencia peligrosa. Como dice el quiropráctico televisivo Fabrizio “Fab” Mancini: “La comunidad del biohacking no pertenece a ninguna entidad. Son individuos reales. Pero es el consumidor informado quien debe decidir qué funciona y qué no”.

Biohacking y el dilema de la salud pública en Estados Unidos

En el fondo, la popularidad del biohacking responde a una necesidad genuina: millones de personas están frustradas con el sistema médico actual, sus costos desorbitados y su falta de accesibilidad. Sin embargo, la solución podría no encontrarse en inyecciones de orina ni en veneno de serpiente, sino en reformas estructurales como:

  • Atención médica universal
  • Mejor regulación de la industria farmacéutica
  • Inversión en medicina preventiva

Mientras estas soluciones requieren voluntad política y tiempo, el biohacking se ofrece como una alternativa rápida, individualista y espectacular. Pero no sin riesgos. El eslogan no oficial que podría definir este movimiento es claro: la ciencia ha muerto, viva la ciencia.

Reflexión final: por qué el biohacking conecta con quienes han sido defraudados por el sistema

Para muchos, el biohacking no es simplemente una moda ni una excentricidad, sino una respuesta visceral a experiencias personales de enfermedad, dolor y frustración. El anhelo de curarse, de encontrar alivio, incluso si eso implica recorrer caminos no probados, es poderoso. Pero el problema de fondo sigue ahí: cuando la ciencia institucional falla en ser accesible, clara o justa, deja espacio para que otros llenen ese vacío con promesas que, aunque atractivas, no siempre tienen base.

En un mundo donde la información ya no es lo que era, el escepticismo se ha vuelto una forma de fe. Y en la Conferencia de Biohacking 2025, esa fe se manifiesta en luz roja, frío extremo, veneno y orina, todo en nombre de vivir más, y quizás también, vivir mejor.

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