Reeducar el cerebro para procesar emociones podría ayudar a controlar el dolor crónico
Una nueva investigación sugiere que el dolor crónico puede controlarse al mejorar la capacidad del cerebro para procesar las emociones. El estudio, coordinado por científicos de la Universidad de Nueva Gales del Sur y Neuroscience Research Australia (NeuRA), abre una vía esperanzadora para millones de personas que sufren esta condición.
Un programa terapéutico en línea demostró reducir el dolor y mejorar el bienestar general
El estudio, publicado en la revista JAMA Network Open, evaluó la eficacia de una terapia llamada Terapia del dolor y las emociones. Este programa fue diseñado para ayudar a los pacientes a regular mejor sus emociones y, con ello, disminuir la intensidad del dolor persistente.
En el ensayo participaron 89 personas, de entre 26 y 77 años, con diagnóstico de dolor crónico. Los investigadores dividieron a los participantes en dos grupos: uno siguió su tratamiento habitual, mientras que el otro recibió el nuevo programa terapéutico, que incluyó ocho sesiones grupales virtuales con un terapeuta, un manual informativo y una aplicación móvil.
Resultados positivos: menos dolor, mejor sueño y mayor bienestar emocional
Tras nueve semanas y nuevamente seis meses después, los científicos evaluaron los resultados. El grupo que siguió el programa mostró una disminución significativa en la intensidad del dolor, una mejor regulación emocional y una mayor calidad del sueño en comparación con el grupo de control.
“Al cambiar la forma en que gestionamos las emociones, es posible cambiar la propia experiencia del dolor”, explicó Sylvia Gustin, autora principal del estudio. “Esto representa no solo un alivio temporal, sino una mejora real en la vida cotidiana de los pacientes”.
El papel de las emociones en la experiencia del dolor crónico
Los investigadores señalan que el dolor crónico no es únicamente una experiencia sensorial. También está estrechamente vinculado con el estado emocional. Muchos pacientes reportaron que su dolor empeoraba en momentos de estrés o ansiedad, lo que genera un círculo vicioso difícil de romper.
Estudios previos ya habían identificado que el dolor crónico puede alterar el cerebro. En particular, se ha observado una reducción del ácido gamma-aminobutírico (GABA) en la corteza prefrontal, una región clave en la regulación emocional. Esto sugiere que entrenar al cerebro para identificar y gestionar emociones negativas puede ser una vía efectiva para reducir el dolor.
Una alternativa esperanzadora para quienes viven con dolor crónico
Aunque el estudio es de pequeña escala, sus resultados son alentadores. Si se confirma su eficacia en investigaciones futuras más amplias, esta terapia podría beneficiar a entre el 20 y el 30% de la población mundial que padece dolor crónico. Además, al ser un tratamiento en línea, puede implementarse a distancia y llegar a personas que viven en zonas remotas o con acceso limitado a servicios de salud especializados.
La evidencia científica comienza a respaldar lo que muchos pacientes intuyen: la salud emocional y el dolor físico están profundamente conectados. Este enfoque terapéutico podría representar un cambio de paradigma en el tratamiento del dolor crónico.